Económicamente próspera y políticamente estable, con una dinámica arraigada en el dialogo, la búsqueda de consensos y acuerdos básicos, la sociedad holandesa se constituye como una de las más avanzadas en lo que bienestar social significa. Los países que suelen obtener las puntuaciones más altas dentro de este ámbito tienden a ser los relacionados al mundo nórdico (Finlandia, Islandia, Dinamarca, Noruega, Suecia). Por lo menos, así los reflejan los datos presentados por el Informe Mundial de Felicidad elaborada por la Naciones Unidas, donde se tienen presentes cuestiones como: grado de libertad para realizar proyectos de vida, nivel de ingresos, percepción de corrupción, calidad educativa, eficiencia del sistema de salud y accesibilidad a la vivienda.
Sin embargo, sorprende que dentro de esta lista siempre encontremos a Holanda, nación de la que poco se sabe, más allá del popular conocimiento sobre los Coffee Shops y la libertad sexual que rige en su territorio.
De hecho, si analizamos determinadas particularidades de su economía y de las costumbres culturales de sus habitantes es fácil encontrar diferentes contrastes con el resto de las naciones europeas.
Pero, ¿cuáles son las claves del país para que sus ciudadanos se encuentran tan dichosos de vivir dentro de sus fronteras?.
La primer incógnita se basa en el peculiar funcionamiento de su sistema laboral, cuyas particularidades pueden resultar extrañas para cualquier otro Estado del continente. Nos sorprenderá el hecho de que más de la mitad de la población no trabaja en jornadas completas, específicamente el 26,8% de los hombres y el 76,6% de las mujeres realizan actividades laborales en puestos de tipo parcial.
Esta forma de trabajo se amplía más allá de los sectores de baja cualificación, llegando incluso a las esferas profesionales, y aunque a priori tengamos la idea de la baja remuneración por dichas actividades, nada más lejos de la realidad. Los salarios de los "empleos reducidos" están muy bien pagos, bastante por encima de la media europea. Sin ir más lejos, el PBI per cápita es de unos $45.294, ocupando la posición número 14 del ranking global. Por su parte, el coeficiente de Gini es de 25.1, lo que significa que existe una alta paridad en la distribución de la riqueza.
Existe una razón que puede explicar el presente fenómeno laboral. A fines de los 80, tanto por motivos culturales como religiosos, en el país se encontraba muy asentada la idea de que la mujer tenía como función principal ser ante todo ama de casa. Sin embargo, el Estado necesitaba mover de alguna forma tamaña fuerza de trabajo para aumentar la productividad nacional. De esta manera, el gobierno decidió pactar con los sindicatos una serie de condiciones para lograr empleos parciales que invitaran a las mujeres a participar de la economía.
Otro aspecto importante a tener en cuenta, es que la sociedad holandesa se caracteriza por ser muy tolerante y de marcada capacidad para absorber nuevas culturas y costumbres. Ámsterdam ha sido tradicionalmente la carta de presentación progresista y acogedora de la aceptación por los derechos de un otro. Los holandeses están seguros que su modelo multicultural funciona y se sienten orgullosos de formar parte de una sociedad fundada en el respeto hacia los demás.
En contraste con la mayoría de naciones europeas, en los Países Bajos no ha existido una tradición política de extrema partidaria. Aquellas ideas históricamente tuvieron escasa adhesión, por lo tanto, la violencia política y la segregación cultural es poco frecuente. Esto, acompañado por una buena educación que no solamente se deja ver en los negocios sino también en el ámbito social, catapultó la concreción de un modelo cohesivo que, si bien puede ser tachado como indiferente en algunos aspectos, nunca será acusado de discriminador. Sus ciudadanos a diferencia de otros europeos, continúan creyendo en la integración como una cuestión cultual y no institucional o normativo.
Y por último, pero no menos importante. Según la organización sueca de consumidores "healt consumer powerhouse", Holanda tiene el mejor sistema de salud del viejo continente. Ésta organización trabaja conjuntamente con la comisión europea realizando informes sobre la calidad de los sistemas públicos. Los indicadores que se tienen en cuenta son: lista de espera, derechos de los pacientes a la información, servicios cubiertos, productos farmacéuticos y resultados.
La esperanza de vida es realmente alta, 81 años. Y en gran parte se debe a que desde el 2006 entró en vigencia un novedoso proceso que contó con el consenso de los principales partidos parlamentarios (tanto de izquierda como de derecha). El nuevo e institucionalizado modelo podría resumirse como de financiación pública con prestaciones de servicios privados. Es el Estado el que asegura a todos los ciudadanos, sin importar edad o historial clínico, pero son las empresas del sector las que compiten por ganarse a los contribuyentes. La legislación actual obliga a todos los habitantes a contratar un seguro médico, donde se establece un catálogo de prestaciones mínimas (de las más completas de Europa) que toda compañía debe ofrecer y respetar, teniendo prohibido rechazar a cualquier potencial cliente. Cabe aclarar que los niños de cada familia están incluidos en la póliza de sus padres.
El sistema es financiado entre el gobierno, los asegurados y las propias empresas. A su vez, el Estado rectifica una serie de ayudas en función de los ingresos. En el caso de familias de los estratos más bajos, se les puede pagar la totalidad del seguro. Hoy, hasta el 70% de los hogares reciben algún tipo de subvención pública para ayudar en el pago del servicio.
Además, cada holandés paga a principio de cada año una suma que se asemeja a un copago del cual se va descontando en las primeras visitas al médico. Así, el Estado se cerciora que todos los ciudadanos están asegurados, pero luego son estos los que deciden a quien confiarle su salud. Y aunque el catalogo mínimo realmente es bastante completo, las empresas pueden ofrecer complementos del seguro a quienes los deseen, debiendo pagar una prima extra para cubrir las necesidades especificas.
Estas tres características son solo algunos aspectos de los muchos que configuran el engranaje social. Sin lugar a dudas, los holandeses lograron concretar un modelo virtuoso que derrocha bienestar y que se ve reflejado en el humor general de sus habitantes. No por nada es una de las naciones más desarrolladas del mundo; en política no existen las casualidades, existen las causalidades.
De hecho, si analizamos determinadas particularidades de su economía y de las costumbres culturales de sus habitantes es fácil encontrar diferentes contrastes con el resto de las naciones europeas.
Pero, ¿cuáles son las claves del país para que sus ciudadanos se encuentran tan dichosos de vivir dentro de sus fronteras?.
La primer incógnita se basa en el peculiar funcionamiento de su sistema laboral, cuyas particularidades pueden resultar extrañas para cualquier otro Estado del continente. Nos sorprenderá el hecho de que más de la mitad de la población no trabaja en jornadas completas, específicamente el 26,8% de los hombres y el 76,6% de las mujeres realizan actividades laborales en puestos de tipo parcial.
Esta forma de trabajo se amplía más allá de los sectores de baja cualificación, llegando incluso a las esferas profesionales, y aunque a priori tengamos la idea de la baja remuneración por dichas actividades, nada más lejos de la realidad. Los salarios de los "empleos reducidos" están muy bien pagos, bastante por encima de la media europea. Sin ir más lejos, el PBI per cápita es de unos $45.294, ocupando la posición número 14 del ranking global. Por su parte, el coeficiente de Gini es de 25.1, lo que significa que existe una alta paridad en la distribución de la riqueza.
Existe una razón que puede explicar el presente fenómeno laboral. A fines de los 80, tanto por motivos culturales como religiosos, en el país se encontraba muy asentada la idea de que la mujer tenía como función principal ser ante todo ama de casa. Sin embargo, el Estado necesitaba mover de alguna forma tamaña fuerza de trabajo para aumentar la productividad nacional. De esta manera, el gobierno decidió pactar con los sindicatos una serie de condiciones para lograr empleos parciales que invitaran a las mujeres a participar de la economía.
Otro aspecto importante a tener en cuenta, es que la sociedad holandesa se caracteriza por ser muy tolerante y de marcada capacidad para absorber nuevas culturas y costumbres. Ámsterdam ha sido tradicionalmente la carta de presentación progresista y acogedora de la aceptación por los derechos de un otro. Los holandeses están seguros que su modelo multicultural funciona y se sienten orgullosos de formar parte de una sociedad fundada en el respeto hacia los demás.
En contraste con la mayoría de naciones europeas, en los Países Bajos no ha existido una tradición política de extrema partidaria. Aquellas ideas históricamente tuvieron escasa adhesión, por lo tanto, la violencia política y la segregación cultural es poco frecuente. Esto, acompañado por una buena educación que no solamente se deja ver en los negocios sino también en el ámbito social, catapultó la concreción de un modelo cohesivo que, si bien puede ser tachado como indiferente en algunos aspectos, nunca será acusado de discriminador. Sus ciudadanos a diferencia de otros europeos, continúan creyendo en la integración como una cuestión cultual y no institucional o normativo.
Y por último, pero no menos importante. Según la organización sueca de consumidores "healt consumer powerhouse", Holanda tiene el mejor sistema de salud del viejo continente. Ésta organización trabaja conjuntamente con la comisión europea realizando informes sobre la calidad de los sistemas públicos. Los indicadores que se tienen en cuenta son: lista de espera, derechos de los pacientes a la información, servicios cubiertos, productos farmacéuticos y resultados.
La esperanza de vida es realmente alta, 81 años. Y en gran parte se debe a que desde el 2006 entró en vigencia un novedoso proceso que contó con el consenso de los principales partidos parlamentarios (tanto de izquierda como de derecha). El nuevo e institucionalizado modelo podría resumirse como de financiación pública con prestaciones de servicios privados. Es el Estado el que asegura a todos los ciudadanos, sin importar edad o historial clínico, pero son las empresas del sector las que compiten por ganarse a los contribuyentes. La legislación actual obliga a todos los habitantes a contratar un seguro médico, donde se establece un catálogo de prestaciones mínimas (de las más completas de Europa) que toda compañía debe ofrecer y respetar, teniendo prohibido rechazar a cualquier potencial cliente. Cabe aclarar que los niños de cada familia están incluidos en la póliza de sus padres.
El sistema es financiado entre el gobierno, los asegurados y las propias empresas. A su vez, el Estado rectifica una serie de ayudas en función de los ingresos. En el caso de familias de los estratos más bajos, se les puede pagar la totalidad del seguro. Hoy, hasta el 70% de los hogares reciben algún tipo de subvención pública para ayudar en el pago del servicio.
Además, cada holandés paga a principio de cada año una suma que se asemeja a un copago del cual se va descontando en las primeras visitas al médico. Así, el Estado se cerciora que todos los ciudadanos están asegurados, pero luego son estos los que deciden a quien confiarle su salud. Y aunque el catalogo mínimo realmente es bastante completo, las empresas pueden ofrecer complementos del seguro a quienes los deseen, debiendo pagar una prima extra para cubrir las necesidades especificas.
Estas tres características son solo algunos aspectos de los muchos que configuran el engranaje social. Sin lugar a dudas, los holandeses lograron concretar un modelo virtuoso que derrocha bienestar y que se ve reflejado en el humor general de sus habitantes. No por nada es una de las naciones más desarrolladas del mundo; en política no existen las casualidades, existen las causalidades.
Autor: Lic. Adrián Arevalo
Mail Contacto: adrianarevalo333@gmail.com
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