Theresa May, primer ministro de Reino Unido, apoyada por el 51,9% del electorado, firmó el 28 de marzo de 2017 el artículo 50 del Tratado de Lisboa, activando el proceso formal para abandonar la Unión Europea. La ruptura es un hecho, solo quedan negociar su condiciones en un plazo de 2 años. Las consecuencias van a ser enormes, algunas ya han comenzado a tener efectos fronteras adentro. Prácticamente la totalidad de votantes escoceses se habían volcado a las urnas para expresar la decisión de mantenerse dentro de la órbita de la UE, la derrota no cayó nada bien entre los políticos de Edimburgo.
En 1707 el viejo Reino de Escocia y el Reino de Inglaterra firmaron el Acta de Unión, enlazando sus destinos y dando lugar a la creación del Reino de la Gran Bretaña. Pero como ya sabemos, en 2014 se dio el primer referéndum separatista, donde los partidarios por la autodeterminación perdieron (55% frente 45%). No obstante, el nuevo escenario perpetuado por el Brexit reavivó aquellos viejos anhelos independentistas.
De esta manera, el 13 de marzo de 2017 la primer ministro de Escocia y líder del Partido Nacional Escocés (SNP), Nicola Strugeon, anunció la intención de convocar un segundo referéndum para finales del 2018 o principios de 2019. Tan solo 15 días después, el parlamento escocés le brindó todo su apoyo. Y aunque esta propuesta actualmente fue parcialmente suspendida, continua siendo la carta de presión contra las aspiraciones británicas.
Pero, ¿porqué se busca romper con un matrimonio de más de 300 años?.
La configuración política del Reino Unido es bastante particular, enmarcada bajo una monarquía parlamentaria y conformada por cuatro naciones que, pese a sus diferencias, se definen como un solo país soberano. Presenta características de un Estado de tradición Unitaria, el poder político se encuentra concentrado y se da al lugar a la existencia de poderes reducidos que cuentan con ciertas atribuciones. Esta situación se evidenció en 1997, año en el que se aprobó la primera gran descentralización. Así, se formó el parlamento Escocés con sus facultades en materia de gastos, seguridad, sanidad y educación. Sin embargo, los parlamentos locales siguen estando bajo la influencia del poder central, incapacitados del derecho a veto sobre las decisiones ratificadas desde Westminster. Como resultado, la sociedad escocesa no se siente tenida en cuenta por Londres, creen que solo se les recuerda para quitarles los ingresos del petróleo que se extraen en sus costas.
De esta manera, el 13 de marzo de 2017 la primer ministro de Escocia y líder del Partido Nacional Escocés (SNP), Nicola Strugeon, anunció la intención de convocar un segundo referéndum para finales del 2018 o principios de 2019. Tan solo 15 días después, el parlamento escocés le brindó todo su apoyo. Y aunque esta propuesta actualmente fue parcialmente suspendida, continua siendo la carta de presión contra las aspiraciones británicas.
Pero, ¿porqué se busca romper con un matrimonio de más de 300 años?.
La configuración política del Reino Unido es bastante particular, enmarcada bajo una monarquía parlamentaria y conformada por cuatro naciones que, pese a sus diferencias, se definen como un solo país soberano. Presenta características de un Estado de tradición Unitaria, el poder político se encuentra concentrado y se da al lugar a la existencia de poderes reducidos que cuentan con ciertas atribuciones. Esta situación se evidenció en 1997, año en el que se aprobó la primera gran descentralización. Así, se formó el parlamento Escocés con sus facultades en materia de gastos, seguridad, sanidad y educación. Sin embargo, los parlamentos locales siguen estando bajo la influencia del poder central, incapacitados del derecho a veto sobre las decisiones ratificadas desde Westminster. Como resultado, la sociedad escocesa no se siente tenida en cuenta por Londres, creen que solo se les recuerda para quitarles los ingresos del petróleo que se extraen en sus costas.
Al mismo tiempo, existen diferencias políticas que son casi irreconciliables, mientras que el Reino Unido se mueve bajo el ámbito de la centro derecha, Escocia es un bastión de la socialdemocracia. La cuestión migratoria también es un foco de conflicto, en Europa proliferan los grupos xenófobos y el Partido Nacional Escocés parece ser el único que lucha por la mancomunión, el respeto y la inclusión de las diversas colectividades. Hoy , es de los pocos partido que establecen el eje de su discurso en el trabajador, presentando al establishment británico como insensible con las necesidades de las clases populares.
Las discrepancias son tantas que incluso llegan al terreno de la seguridad internacional y la posesión de las armas nucleares. En definitiva, cada día es más habitual sentarse en algún bar de Glasgow y escuchar como todos estos temas son debatidos por una comunidad que poco a poco va deslegitimando las actitudes del régimen.
¿Qué consecuencias económicas traería la independencia?.
Si finalmente llegara a suceder, los efectos no tardarían en sentirse. En principio, la imagen internacional de la isla se debilitaría, lo que supone un descenso relativo en los niveles de inversión externa. De la misma forma, los activos de riesgo ingleses en el corto plazo se verían afectados negativamente, y al no contar con los ingresos provenientes del petróleo, la libra esterlina corre el riego de ser devaluada. Sin embargo, una libra débil supondría una mejora en la posición de las multinacionales británicas cuyas ganancias provengan del extranjero. Continuando con este hipotético escenario, podríamos nombrar como algunos bancos ingleses que tengan fuertes vínculos con activos escocés serian penalizados por sus inversores. Reino Unido perdería 1/3 del territorio, la posición geoestratégica en el Mar del Norte y un mercado que supone el 8% de la población.
¿Qué consecuencias económicas traería la independencia?.
Si finalmente llegara a suceder, los efectos no tardarían en sentirse. En principio, la imagen internacional de la isla se debilitaría, lo que supone un descenso relativo en los niveles de inversión externa. De la misma forma, los activos de riesgo ingleses en el corto plazo se verían afectados negativamente, y al no contar con los ingresos provenientes del petróleo, la libra esterlina corre el riego de ser devaluada. Sin embargo, una libra débil supondría una mejora en la posición de las multinacionales británicas cuyas ganancias provengan del extranjero. Continuando con este hipotético escenario, podríamos nombrar como algunos bancos ingleses que tengan fuertes vínculos con activos escocés serian penalizados por sus inversores. Reino Unido perdería 1/3 del territorio, la posición geoestratégica en el Mar del Norte y un mercado que supone el 8% de la población.
En cambio, el resultado en Escocia puede que no sea tan bonito como algunos analistas afirman. Si bien, al independizarse se estaría entre las veinte naciones más ricas del mundo, hay algunas cosas que deben analizarse. Los defensores de la independencia se vuelcan por mantener su histórica moneda, de esta forma, la política monetaria no sería completamente soberana y continuaría ligada a los destinos del Banco de Inglaterra. Sin embargo, la falta de control de Londres sobre el gasto y la política fiscal, dificultaría el accionar de la institución monetaria británica. Con respecto a los temas de deuda, Escocia le debe £130.000 millones a Gran Bretaña, este compromiso debería ser saldado. Al paraíso socialdemócrata hay que pagarlo y con un 10% de déficit fiscal, hoy el financiamiento surge de los cheques recibidos desde Inglaterra.
Además, el desplome del precio y los altos costes de extracción del petróleo (principal insumo exportable), ha llevado prácticamente al conjunto de las compañías a no reinvertir sus cada vez más escasas utilidades. El contexto, generó un descenso en la recaudación fiscal y un aumento de la desocupación en el sector. Por último, el 75% de bienes exportables van dirigidos hacia Gran Bretaña y sólo el 25% hacia la Unión Europea, de separarse se corre el riesgo de perder casi la totalidad del mercado externo.
En definitiva, Escocia tiene todo el derecho de elegir su propio camino, pero de escoger la independencia debe diagramar su salida con total pericia y profesionalismo. No hay que dejar nada librado al azar, y se debe acordar una pronta entrada al mercado común europeo, cualquier equivocación representaría un sacrificio profundo en el bienestar social general.
Autor: Lic. Adrián Arevalo
Mail Contacto: adrianarevalo333@gmail.com
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