El extraño caso de LIECHTENSTEIN


Situado en el centro de los Alpes y flanqueado por las montañas Suizas y Austriacas se encuentra el pequeño Estado soberano de Liechtenstein. Con tan solo 40 mil habitantes y 160 km² este principado ha logrado alcanzar un PBI per cápita de unos €147.300, convirtiéndose en uno de los países más ricos del mundo.
Sin lugar a dudas, gran parte de los éxitos alcanzados se deben a su inédito engranaje institucional que posibilitó catapultar todos y cada uno de los indicadores de prosperidad. De esta manera, sin ejercito formal ni moneda propia, sus habitantes gozan de estándares de vida casi inigualables.

Luego de esta breve descripción, es imperioso preguntarse, ¿qué características hallamos dentro de su forma de gobierno?. 
Bajo un esquema configurado en los pilares propios de una monarquía constitucional, Liechtenstein es una de las democracias más avanzadas de todo el mundo. Su sistema político es una meticulosa combinación entre la democracia parlamentaria, la democracia participativa y el contenido monárquico.
Su monarquía contiene muchas de las facultades clásicas, manteniendo un rol esencial en la vida política. La familia real tiene la capacidad de fijar vetos legislativos, nombrar jueces o disolver al parlamento. Siendo una de las casas más ricas de Europa, se estima que su fortuna asciende a unos $5.000 millones, no ostentan un sueldo debido a su posición, en vez de ello el ordenamiento jurídico les permite ejercer actividades empresariales. Sin embargo, el elemento más distintivo del régimen gira en torno a los principio emitidos por las ordenanzas populares. Solo se requieren 1.000 firmas para poder presentar proyectos de ley o incluso iniciativas para modificar la constitución. También es preciso destacar como todas las leyes emitidas por el parlamento deben ser ratificadas por la aprobación popular mediante referéndum facultativo.  
Tales son la batería de derechos civiles que hasta los propios ciudadanos determina mediante el voto en los respectivos municipios que personas pueden recibir la ciudadanía. En definitiva, casi todo puede someterse a plebiscito, al punto que sería posible votar la disolución del parlamento, proponer un voto de desconfianza contra el príncipe y abolir la monarquía. 

Pero para fortuna de la casta real, estas licencias nunca han sido convalidadas. Y es por ello que hace 27 años Hans Adam II ostenta el título de príncipe soberano de Liechtenstein. No obstante, a pesar de ser un monarca, este líder político es un acérrimo libertario, propone ver al Estado como un proveedor de servicios cuyos clientes (los ciudadanos) deben tener en todo momento la capacidad de buscar una alternativa en el mercado privado o hasta en otro Estado sino están satisfechos con las prestaciones recibidas.
Y tal es el grado de creencia en estos principios que, para fomentar la competencia y limitar los poderes formales, el príncipe impulso en 2003 la legislación de una enmienda constitucional que otorga el derecho de secesión a los once municipios que conforman el país. Pudiéndose declarar como estado libre y soberano o adherirse a cualquier otra nación si es que no se sienten conformes con la administración nacional. Esta normativa es totalmente inédita en todo el mundo.
Todas estas garantías se encuentran respaldadas por la totalidad de los poderes públicos, transformando a este pequeña territorio en uno de las más libres del mundo según todos los organismos internacionales.

Éste conjunto de características hacen que Liechtenstein sea único y fascinante en lo que respecta al diseño organizacional. Ahora bien, ¿cómo planifica su economía?.
Como es lógico, los elementos institucionales posibilitaron que se desarrolle una sólida y prospera economía, muy industrializada y con altas tasas de innovación. Es verdad que casi 1/3 de la riqueza depende de los servicios financieros y se lucha desde hace tiempo contra la fama de ser un paraíso fiscal. Aun así, el 40% de la mano de obra trabaja en el sector industrial. Sector que cada año genera un saldo positivo en la balanza comercial de unos 1.000 millones, cifra que sería sorprendente incluso para naciones mucho más grandes. Tampoco hay que olvidar como se destina el 7% del presupuesto en incentivar la tecnificación de sus empresas más competitivas. 
En líneas generales, el gobierno defiende impuestos bajos (12,5% sobre ganancias societarias, entre 3%-24% en la renta salarial y 8% IVA), fáciles de aplicar y comprender. Al mismo tiempo que promueve la privatización en la medida de lo posible de los servicios, la liberalización de los sectores económicos, el fomento del comercio, la atracción de capitales externos y la eliminación de subsidios. La inflación no es un problema, al no contar con moneda propia, carecen de la tentación de caer en la impresión indiscriminada de billetes.
Aunque, es preciso resaltar como dicha planificación económica se encuentra fuertemente influenciada por las características de los llamados micro-Estados. Por lo tanto, al encontrarse el gobierno con un minúsculo mercado interno las políticas proteccionistas son desechadas, es imposible abastecer todas las demandas. De esta forma, se recuestan obligatoriamente en la promoción del comercio para adquirir los distintos bienes demandados por su población. Continuando con el razonamiento podríamos describir que en estos Estados pequeños los ciudadanos suelen ser más reacios a aceptar la redistribución de la riqueza. Ésta les impacta de una forma mucho más directa. Además sus gobiernos se encuentran más vulnerables a la situación financiera internacional lo que limita su capacidad de acción y la toma de decisiones en lo que confiere al gasto público. También, este tipo de naciones se encuentran constantemente amenazadas por lo que se denomina emigración disuasoria. Los habitantes conocen a la perfección la realidad socioeconómica de sus vecinos y simplemente les basta transitar unos pocos kilómetros para asentarse en los países colindantes.

Liechtenstein es un claro ejemplo de cómo la clase política confía más en las iniciativas de las personas que en las decisiones de los burócratas. Como consecuencia, en el principado no existe la pobreza ni la delincuencia, la corrupción es considerada como un fenómeno tercermundista y el paro de actividades como una señal de ineficiencia estructural. Si bien, muchas de las condiciones que permiten diagramar este bienestar social serian imposibles de replicar en alguna otra parte del planeta, algunas confluencias de su modelo de desarrollo nos obligan a repensar el concepto de sociedad. 


Autor: Lic. Adrián Arevalo                                                 
Mail Contacto: adrianarevalo333@gmail.com

Comentarios

  1. Pero, ¿cuáles son las materias primas en las que basan su economía? Petroleo, yacimientos de minerales, productos agrícolas, ganadería..?
    ¿Qué es lo que venden al resto de los paises para ser tan ricos?
    Lo que pregunto es si es o no un paraíso fiscal.

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  2. Hola Antonio, el principal producto exportable son los bienes industriales como equipos de construcción, instrumentos de precisión, muebles, maquinarias para la salud y productos químicos y semi-manufacturados. El sector industrial supone el 40% del PBI, mientras que el de los servicios financieros el 24%.
    El país tiene una de las jurisdicciones fiscales más seguras y confidenciales para la banca y es uno de los centros financieros más importante a nivel mundial. Aún así, actualmente decidieron flexibilizar el secreto bancario y adecuarse a las reglas en materia fiscal de la OCDE, simplificando los procesos de intercambio de información en caso de sospechas concretas.
    Espero haber contestado tu pregunta, si tenes alguna otra duda, comentario u opinión, podes hacerlo y será excelentemente recibido. La idea también es generar un feedback con los lectores. Que tengas un buen día, te manda un saludo.

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